La felicidad, a veces, irrumpe de manera inesperada. Como un rayo que hace tierra y de manera inevitable deja su marca. Eso pensaba el pasado miércoles 8 de octubre mientras presenciaba el primer show de Lamp en Argentina y recapitulaba como es que llegamos hasta acá.
Y nuevamente, nobleza obliga, tengo que agradecerle al algoritmo. Si bien me la paso hablando mal de él, a veces hace su trabajo de manera impecable (e implacable). Como aquel fenómeno curioso de hace unos años con Plastic Love de Mariya Takeuchi que, como si fuera uno de esos discos que U2 forzó en los dispositivos de Apple, invadió miles y miles de feeds de YouTube trayendo del olvido un temazo que tanto a mi como a muchos nos abrió las puertas a un montón de música japonesa que jamás habíamos escuchado y que luego dimos en agrupar bajo el término City Pop.
Como decía, algo parecido sucedió en mi caso con Lamp. Estaba con Agus en su estudio mientras dibujaba y me pidió que pusiera algo de música tranqui. Ya había re contra quemado los mejores temas de Joe Hisaishi así que me aventure en el algoritmo que tanto critico (ayudame loco!) en busca de alguna playlist de Shibuya-kei, ese género que ya conocía bien al ser fanático de Katamari o de la banda Pizzicato Five (y del que ya hablaremos próximamente en este mismo canal). Y ahí estaban ellos, ahí estaba For Lovers -su segundo disco- y ahí estaba yo enamorándome perdidamente de este trio japones
Imaginarán mi sorpresa cuando al año siguiente me enteré de que venían a tocar y en el complejo Art Media. En el medio, claro, pasaron muchas cosas: tuvieron un hit en Tiktok (plataforma que no uso), telonearon a Mitski y algunos otros hitos que me pasaron por el costado y que en este punto no importaban. Lamp se sumaba entonces a una larga lista de artistas de oriente que estaban viniendo y eran para mí la elección obligada. Había que ir y eso hicimos. Por lo que suspendí el stream de los miércoles y fuimos a Chacarita, con una Agus lesionada al pie del cañón, bancando los trapos. La noche era hermosa y el Art Media les quedaba muy bien, ya que habiendo una gran cantidad de gente quedaba un lindo espacio atrás para estar tranquilos y disfrutar de la música. Últimamente viene siendo así: son muy pocas las situaciones por las que deseo embadurnarme de sudor y ver el show en una pantalla de celular ajena que justo apareció delante de mis ojos y no se movió de ahí en todo el show. Prefiero tomar distancia y pasar un buen rato.
Al llegar al recinto descubrimos que el prometido merch oficial ya se había agotado: luego nos enteraríamos que esto supero hasta las propias expectativas de la banda. La espera estuvo musicalizada por El robot bajo el agua, un artista que no conocía y que rápidamente se sumó a mi lista de investigaciones futuras. Beats de una máquina de ritmos se entrelazaban con los acordes de una guitarra y una voz bastante apropiada en ese maridaje. Terminada la previa, y ya con birra en mano, Lamp subió al escenario entre festejos enardecidos que contrastaban con la tranquilidad de sus miembros. Más que merecido el vitoreo, pero me da la sensación de que no lo podían creer. Fueron varias las veces que tuvieron que dejar de tocar para dejarse llevar por el clásico olé olé, lo cual rápidamente agradecían con mucha humildad y dejando entrever que no lo creían posible, que no eran merecedores de tanto cariño.
Así fue como se despacharon con un set de unas 18 canciones hermosas que no dejó ninguno de sus grandes éxitos afuera. Incluso cuando bajaron del escenario sabíamos que el show no había terminado, puesto que faltaba la gran Last train at 25 O’Clock, quizás su tema más reconocible. Los músicos de soporte más que a la altura de la situación, destacando a un trompetista que directamente estaba ido y un baterista que hasta nos regaló un solo previo al tema final.
El tiempo paso rápido entre risas, baile y hasta lágrimas. La banda se animó a hablar en numerosas ocasiones, principalmente en ingles, japones y un tímido español, dejando entrever perplejidad y disfrute por lo que estaban viviendo. Tal es así que prometieron volver a visitarnos en un futuro, del cual no sabemos qué tan oscuro pueda ser pero al menos por un rato volveremos a entregarnos a la cálida luz de una banda que de seguro continuará brillando.